Visión doble, visión borrosa, de nuevo el cansancio estaba haciendo mella en su vista. La multitarea siempre se le había dado bien, también los periodos de estrés y salidas a producción. “Tenso, no nervioso” siempre decía. Pero se encontraba cansado, muchos frentes abiertos, muchas cosas a tener en cuenta. Hacía tiempo que había dado el paso adelante en su trabajo y su vida profesional, no era un consultor más, llegaba donde otros no llegaban y podía con todo, pero nada es gratis en la vida.
Decidió tomar un descanso, hacer otra cosa y se puso a escribir. Abrió la hoja en blanco en su ordenador y se puso a juntar palabras “a ver qué sale”. Tenía una idea, bueno, tenía muchas ideas, pero una era la que le estaba motivando en ese momento. Visión doble, visión borrosa. Seguía aporreando el teclado a pesar de las dificultades visuales, sus dedos se conocían en teclado y las palabras iban apareciendo escritas sin freno, sin un aparente control por su parte, como sumido en un trance, fuera de sí.
Se despertó del trance con la cabeza apoyada en el teclado, con la letra h escrita de forma continua en el procesador de texto donde estaba escribiendo. Inmediatamente sintió frío, miró si había dejado alguna ventana abierta, pero todas estaban cerradas. Estaba mareado, confundido y aterido de frío cuando escuchó una voz.
—Hola – Oyó una voz a su espalda. Se dio la vuelta y vio un jovencito en traje color gris marengo, con la cara muy pálida y el pelo corto y peinado.
—¿Qui.. Quien eres? ¿Qué haces en mi casa? ¿Qué quieres? – Preguntó sorprendido y preocupado.
—¡Uy! Sí, perdona, siempre me olvido de presentarme. Soy el Fantasma de los Proyectos pasados – Dijo haciendo una excesiva reverencia. – He venido aquí porque parece ser que necesitas una mano para ordenar tu vida.
—¿Yo? Eh ¿Por qué? No sé quien eres, ni qué haces aquí pero ¿Cómo has entrado? ¡Fuera de mi casa!
—Tranquilo, siempre os poneis así, no pasa nada, vamos a hacer un viaje.
—¿Un viaje a dónde?
—Un viaje a tu pasado.
Todo le dio vueltas, el “Fantasma de los Proyectos Pasados” le cogió la mano y empezó a llenarse todo de una especie de niebla densa que impedía ver nada. El seguía notando el tacto de su extraño acompañante y le notaba a su lado. La niebla se fue abriendo frente a ellos y se empezó a ver una escena.
—¿Qué es esto? – Preguntó él.
—Es tu pasado ¿No lo recuerdas?
Él se fijó, un joven entraba a hacer una entrevista para una empresa para un puesto de programador JAVA, primero iría a un curso de formación y luego a empresa.
– Aquí empezó todo ¿Lo recuerdas?
Sonrió al ver a aquel chaval sin saber lo que era SAP ni ABAP, volviendo a su casa a mirar el portal de empleo y ver las ofertas de trabajo. Recordó el seguir su corazonada “Voy a intentarlo”.
Las escenas se sucedieron encadenadas, los tres meses de curso ABAP, los profesores, los compañeros. La frase constante que rondaba por su cabeza “Sí, pero Coritel no quiero ir, voy a la otra consultora”.
—Y terminaste en Coritel igualmente. El destino tiene sentido del humor.
Entonces las escenas cambiaron, vio su primer día de trabajo real en SAP. Se rió al verse copiando una tabla estándar en su cuaderno, campo a campo, hasta que allá por el campo 90 decidió que ese no era el camino. Se acordó de las dudas básicas que preguntaba a sus compañeros, su primer desarrollo autónomo, sus primeras responsabilidades, el orgullo cuando reconocían su trabajo, su crecimiento profesional.
—Pues al final no estuviste tan mal como creías en Coritel ¿no?
También vio la decisión valiente, casi imprudente de dejarlo todo para viajar por Latinoamérica. Como pidió una excedencia en Coritel que no quisieron darle hasta el último día.
—A veces hay viajes que enseñan más que cualquier proyecto.
La escena cambió, vuelta del viaje haciendo muchas entrevistas hasta conseguir el puesto ABAP que le gustó (eran tiempos fáciles). Empezando a trabajar para un cliente que era una gran empresa de construcción cuando justo en llegó la crisis del 2009 y todo eso se paró.
—Cuando todo iba a ir mal – susurró el fantasma – saliste reforzado.
Apareció la imagen con él solo en las oficinas de un cliente con un SAP CRM 5 en la pantalla del portátil. Migración a la versión 7, conocer a su mentor en esto, crecer, aprender, dominar.
—Ahí volviste a empezar, nuevo conocimiento, nueva forma de trabajar como autónomo.
Se vieron las oficinas de un cliente de banca, gran proyecto de implantación. Sonrió, se veía rodeado de un gran equipo de compañeros de profesión. Fue corto pero muy intenso.
La siguiente imagen era bastante más oscura. Se veían unas oficinas viejas, en reuniones discutiendo, él solo, implantando un sistema haciendo varios roles (técnico, funcional, jefe de proyecto). Cliente complicado, consultora ECC en contra, tensión, salida a producción, noches sin dormir.
—Lo pasaste mal, muy mal. Pero eso forjó lo que ahora eres. Te hizo crecer como nadie crece.
El caos de un gran Call Center apareció. 400 personas hablando a la vez por el aplicativo del que él era el responsable. Caminando entre las filas, resolviendo problemas, formando a gente, apagando fuegos. Reuniones en un gran cliente, lento, viejo, desesperante y a la vez apasionante.
Entonces la escena se oscureció de golpe, como si alguien hubiera apagado la luz del recuerdo. No era una oficina, ni un cliente difícil, ni un proyecto interminable. Era una consulta médica. Él estaba sentado, más joven pero con la misma determinación en los ojos. El médico hablaba despacio, con esa voz ensayada que solo se usa cuando las palabras pesan: “esclerosis múltiple”. Y con aquellas palabras, la visión doble y la visión borrosa entraron en su vida para quedarse.
—Aquí empezó tu verdadera visión doble —susurró el Fantasma, sin ironía esta vez.
Vio aquel momento desde fuera, casi como si fuera otra persona: el susto, las preguntas, la incertidumbre, el vértigo. Y vio también algo más importante: cómo no se rindió. Cómo siguió trabajando, estudiando, programando, liderando proyectos, cuidando a su familia… con miedo, sí, pero también con una fuerza que entonces no sabía que tenía.
—No te rompiste —añadió el Fantasma—. Te doblaste… y seguiste adelante. Vinieron niños, casa, trabajo. Seguiste luchando por todo.
Se veía trabajando de día en las oficinas de ese gran cliente y por las noches para un cliente empresa funeraria. Le hacía gracia, podía y ganaba dinero.
—Pero no podemos siempre con todo, niños, dos trabajos, vida personal. Tuviste que tomar una decisión. Otra decisión que marcó tu camino.
Apareció trabajando desde casa para ese ultimo cliente. Pudiendo compaginar vida personal y laboral sin problemas. Pasando la pandemia (trabajando para una funeraria) en casa trabajando y atendiendo a su familia. Y así se vieron pasar los años.
—Pero tu necesitabas más ¿no? Decidiste hacer un cambio en tu vida.
Finalmente, apareció la etapa en la Big Four. Ilusión, esfuerzo, intento de cambiar de mentalidad. Pero finalmente frustración, ansiedad y estrés.
—No siempre ibas a elegir bien. De todo se aprende, no puedes con todo y algunas cosas no están bajo tu control.
Y por último, la luz del retorno: volver a ser freelance. Recuperar libertad. Recuperar control. Recuperarte a ti mismo. Volver a construir desde cero una relación de confianza con una empresa, a pesar de ser freelance. Ser líder de un grupo, ponerse en primera línea, asumir retos y llevar a cabo trabajos que no había llevado. Ganar visibilidad, ganar responsabilidad, multitarea, mucho trabajo. Entonces toda la niebla de desvaneció.
El Fantasma lo miró por última vez.
—Tu pasado no volvió para herirte. Volvió para recordarte lo lejos que has llegado… y la fuerza que siempre has tenido.
Y con un susurro que parecía viento, desapareció.
Volvió a ver su escritorio, su ordenador todavía estaba en la pantalla del procesador de textos, como si no hubiese pasado el tiempo. Pero sus sensaciones eran distintas, algo había cambiado por dentro, le había hecho ver todo el camino disfrutado. Se sentía orgulloso y poderoso de sus capacidades y lo que había realizado. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió admitirlo: había estado demasiado ocupado para recordar quién era.
Mientras se levantaba para estirar las piernas, sintió algo. Una presencia sutil. Como si alguien más estuviera esperando su turno.
El Fantasma de los Proyectos Presentes ya estaba cerca.
(Este texto es original, escrito por Jorge Ocampos, bueno basado en el cuento de Dickens, y no ha sido escrito por IA)




