Vamos a hablar de algo que me ha sucedido a mí (y me sigue sucediendo) y a mucha otra gente cuando asume ciertas responsabilidades o estatus en sus áreas de conocimiento y trabajo. No, no es que debido a eso atraigas más al sexo opuesto, eso sólo me pasa a mi. Estoy hablando del Síndrome del Impostor.
Y es que llegas a un proyecto, hablas con un amigo o compañero de profesión, hablas con un cliente o asumes una responsabilidad acorde a tu conocimiento y sientes que estás engañando a los demás, que tu no tienes los requisitos ni el conocimiento para asumir ese estatus, o responsabilidad. Sientes que eres un impostor, asumiendo un rol para el que no tienes capacidad o conocimiento.
¿Qué es el Síndrome del Impostor?
El síndrome del impostor se caracteriza por la creencia persistente de no ser lo suficientemente bueno o competente, a pesar de evidencias que demuestran lo contrario. La persona puede sentir que su éxito se debe a la suerte, o que ha engañado a los demás para que piensen que es más competente de lo que realmente es.

Esto puede suceder en muchos ámbitos de la vida pero se expresa con más claridad en el mundo laboral, al estar muy marcadas las responsabilidades y los perfiles.
Características Principales
Hay varias características del síndrome del impostor que se pueden dar
- Auto-duda: Una desconfianza constante en las propias habilidades y logros.
- Atribución a factores externos: Tendencia a atribuir el éxito a la suerte o a la ayuda externa.
- Miedo al fracaso: Miedo constante de no cumplir con las expectativas y ser descubierto como un «fraude».
- Perfeccionismo: Estándares personales extremadamente altos y miedo a cometer errores.
Resumiendo, crees que no vales para la responsabilidad que tienes, ya sea porque crees que estás engañando al resto o porque tu visión es de llegar a retos imposibles.
No sé decir «No»
Uno de los problemas es meterte en jardines que te van a generar incertidumbre o que están por encima de tus posibilidades y habilidades. No saber decir que «No» a los demás o a ti mismo te puede meter en un hoyo, en el cual creas que cavando más y más lograrás salir, y es justo al contrario.

No sé. No puedo. Tengo otras tareas más prioritarias. Es imposible. No es mi responsabilidad.
Decir estas frases no te hace peor trabajador. Ser sincero es un aspecto positivo, ahora bien, en la sinceridad también está la responsabilidad siempre puede ir acompañado de un «haré lo que esté en mi mano» (pero no más de lo posible).
Nadie lo sabe todo y nadie es perfecto
A veces nos comparamos con otras personas que vemos como superiores a nosotros. No son perfectos, tu tampoco y nunca lo vas a ser (menos mal).

La estupidez es la felicidad
Si tienes este tipo de pensamientos, es porque eres capaz de evaluar las situaciones y fijas unos niveles de conocimiento y destreza inalcanzables, que son los que tú entiendes que son los óptimos para satisfacer una tarea. Pero la gente «normal» les vale con saber atarse los cordones, hacer lo que les mandan sin pensar en mejorarlo, hablar de fútbol y de política. Ellos en su falta de metas y autoexigencia son felices, y tú no. No te digo que hables de fútbol y política, pero tómatelo con calma. «Piano, piano si va lontano».

Celebra tus éxitos, valórate
Identifica y valora tus logros, si no te salen siéntate a escribirlos, si no te salen pregúntaselo a alguien de confianza que tendrá un juicio externo más claro. Ponte metas realistas y celebra su consecución.

En conclusión
No sé qué hago yo hablando de esto cuando no soy experto en nada de esto. Tampoco sé porqué tengo un blog de tecnología, si no soy ningún gurú y me falta mucho por conocer, hay mucha gente con mucho más conocimiento que yo. Voy a dejar el blog, me voy a apuntar a todas las ingenierías que haya y, cuando las tenga, podré ir dando lecciones. ¿Qué me he creído?




























