Mientras se levantaba para estirar las piernas, sintió algo. Una presencia sutil. Como si alguien más estuviera esperando su turno.
El Fantasma de los Proyectos Presentes ya estaba cerca.
De repente, el ordenador se volvió loco, decenas de notificaciones empezaron a aparecer en las distintas aplicaciones que diariamente manejaba en el trabajo. Outlook, Teams, SAP, el navegador, Slack, las distintas VPNs… Todo comenzó a parpadear y avisar que había nuevas notificaciones.
— ¿Qué está pasando? – Dijo él para sí mismo.
— ¿Pues qué va a pasar? Que he llegado y el trabajo se vuelve loco – Dijo una voz a su espalda.
Se dio la vuelta y ahí estaba otro personaje, esta vez no era un jovencito, era un señor ya maduro, con barba y poco pelo, vestido de forma más informal con jersey y vaqueros. «arreglado pero informal».
— Y ahora ¿Quién eres tu?, ¿vienes a enseñarme de nuevo mi pasado? – Dijo él con seguridad – Debo haber comido algo en mal estado – Siguió hablando para sí mismo.
—Te equivocas, deberías haberlo intuido, soy el «Fantasma de los proyectos presentes»
—¿Ah sí? ¿y qué me vas a enseñar que no sepa ya? Estamos en el presente, sé donde estoy y quien soy. Sé lo que me rodea y donde voy.
—¿Estás seguro? Ven conmigo, te voy a enseñar algo.
El «Fantasma de los proyectos presentes» le tomó la mano y toda la habitación se oscureció de repente.
Varios focos se encendieron en lo que parecía una habitación sin fin, un espacio infinito negro lleno de zonas iluminadas desde un techo que no se veía. La oscuridad total salpicada de escenas con iluminación cenital.
—Bueno, allá vamos, ¿estás listo para entender tu presente?
—No, no entiendo. ¿Esto no es lo que vi con el otro fantasma? ¿Dónde estoy? ¿A donde tenemos que ir?
—Es normal sentirse abrumado. Tu presente tienes que trabajarlo, vamos a ir andando y descubriremos cada uno de los recuerdos y vivencias por los que estás pasando.
Se acercaron a la primera de las zonas iluminadas. Se veía a él mismo estudiando, haciendo test, presentándose a exámenes de certificación, intentando entender a los indios que le examinaban, enseñando la habitación por la cámara y consiguiendo las certificaciones.
—Has aprobado tres certificaciones de SAP en unos meses, eso no lo puede decir mucha gente
—Bueno, no es para tanto, lo difícil era entender al que me hablaba de la empresa de realización del examen.
Cada vez que visitaban una escena esta se mostraba y se apagaba. Le llevo a la siguiente escena iluminada, era una sucesión de reuniones en las oficinas de SAP España tanto en Madrid como en Barcelona. Eventos CX, charlas de estrategia conjunta, formaciones. Vieron también cómo estaba trabajando con el equipo de soporte de producto SAP abriendo casos, generado request de innovación, dando feedback a los responsables.
—Llevas mucho tiempo en SAP, pero nunca estuviste tan cerca de ellos. — Él asintió absorto.
Desde donde estaban vieron como un tren de alta velocidad se acercaba a ellos desde la lejanía. Él se asustó pero en seguida el fantasma le tocó el hombro y sintió una relajación reconfortante y se encontraron dentro del tren.
—¿No te acuerdas? Este año has viajado a Barcelona, Alicante, Santiago de Compostela a ver clientes, realizar preventa y presentaciones. En uno de esos vas ahora.
Miraron por la ventana, las escenas iluminadas pasaban a una velocidad asombrosa.
—El presente corre tan deprisa que no hay tiempo para darse cuenta de lo que está pasando.
En el vagón donde iban se empezaron a apagar las luces, así que continuaron andando al siguiente vagón. Una vez pasada la puerta del vagón el escenario cambió por completo, se vió a sí mismo en un escritorio hablando en inglés y en español con gente de Alemania, Chile, México, Canadá e incluso Albacete. Realizando demos de la nueva solución CRM de SAP, preventa, implantando proyecto, formaciones, webinars a clientes de la nueva solución.
—¡Anda que no hablas! No has parado de hablar durante este año.
El tren paró en una estación iluminada y se bajaron. Ahí, volando con la brisa, se acercó un papel que cayó a sus pies. Él se agachó y lo cogió. Era la portada del libro Debug en SAP. Guía para desarrolladores y funcionales que había escrito ese año.
—¡Y has escrito un libro! Ya tienes hijos, has escrito un libro ¿Has plantado un árbol?
Salieron de la estación a la calle y un niño con un periódico gritaba. «Extra! Extra! tu primer proyecto de SAP Sales Cloud V2 en producción!». Él se acercó, tomó un periódico y leyó la portada. Primer proyecto de SAP Sales Cloud V2 sacado a producción, próxima invitación a pulpo para celebrarlo.
—Estás participando en varios proyectos de la nueva solución en paralelo. Y ya has sacado uno a producción con tu equipo. Deberías estar orgulloso.
Las luces de la calle se apagaron y se vio el firmamento y las estrellas se fueron uniendo generando frases. Las frases eran los títulos de diversos artículos que había escrito en su blog profesional.
—Tu hablas mucho, pero escribes más. ¿Por qué lo haces? ¿Qué ganas con ello?
—Bueno, me gusta escribir y muchas veces para escribir sobre un tema tengo que estudiarlo y aprenderlo.
Todo se apagó de nuevo, y a fondo se vio un escritorio iluminado desde arriba pero esta vez con una luz anaranjada. Se acercaron y vieron un ordenador portátil encendido con las palabras «PULSE ENTER PARA COMENZAR».
—¿Y esto? ¿Qué se supone que tenemos que hacer?
—Yo lo veo claro, ahí pone que pulses la tecla ENTER para continuar. — Dijo el fantasma con vehemencia.
Él se sentó y con cierto miedo, pulsó ENTER. La pantalla del ordenador cambió, se abrió Teams con múltiples chats abiertos, en el mail tenía más de 200 emails sin atender y la cifra no paraba de subir, tenía tres presentaciones abiertas y dos archivos Excel, le llegaban notificaciones de inicio de reunión constantemente
—Vaya, veo que tienes algún problema con la multitarea ¿no?
—Bueno, no, esto es cuando se junta todo un poco, no pasa siempre, puedo gestionarlo— En un momento se puso a atender cada chat, solucionando cada petición y cambiando de foco, cliente y proyecto continuamente. Poco a poco fueron bajando las notificaciones, cerrándose las ventanas, guardando las presentaciones y atendiendo las reuniones.
—Te estás ganando la medalla de cartón. El más galardonado del pelotón de marionetas. ¿Tu crees que esto es sano?
—Bueno, me siento útil, productivo y ayudo a conseguir objetivos. Realmente es lo que quiero hacer ahora.
—Bien, pero ¿Qué pasará cuando no quieras? ¿Parará el tren en la estación donde quieras bajarte? Esto no es sostenible.
Él se quedó pensando, mirando al ordenador, absorto. La pantalla reflejaba su rostro cansado, y por un instante todo quedó en silencio. El Fantasma de los Proyectos Presentes lo observó en calma, como si esperara una respuesta que no llegaba. Las luces anaranjadas empezaron a parpadear, cada vez más débiles, hasta que todo el escritorio quedó sumido en penumbra.
—Ya lo has visto —dijo el Fantasma, con una voz que sonó de pronto más grave, más cansada—. Esto es tu presente… y se te puede escapar entre las manos como arena de playa.
El fantasma, mirándole fue desvaneciéndose poco a poco. —Mi tiempo acaba aquí —susurró—. Y el tuyo… sigue.—. La última luz se apagó y todo quedó en penumbra, solo iluminado por la luz de la pantalla del ordenador.
Una oscuridad espesa, profunda, casi sólida, ocupó el espacio que antes era la habitación. Él intentó hablar, pero algo le crispó la garganta. No era miedo… era anticipación. Entonces, a su derecha, una sombra se levantó lentamente del suelo.
No tenía rostro. No tenía forma clara. No parecía caminar: simplemente estaba ahí, como si hubiese nacido del propio silencio. El aire se volvió frío. Él contuvo la respiración.
El Fantasma de los Proyectos Futuros había llegado.
(Este texto es original, escrito por Jorge Ocampos, bueno basado en el cuento de Dickens, y no ha sido escrito por IA)
